sábado, 16 de abril de 2011

Facebook: ¡Feliz cmpleaños!

Cumpleaños: un año más viejos, un año más de fracasos y mediocridad, un año más de ganarle a la señora muerte, un año más de la misma rutina, un año más con Dwayne “The Rock” Johnson”, un año más para celebrar.

No se puede dejar pasar de manera desapercibida esta fecha tan especial. Lo primero es saber que cualquier celebración, grande o pequeña, se basa en los excesos: mucho de esto, arto de aquello, todo el tiempo acullá y por qué no una visita por allá. Seguidamente, un tiempo de calidad con las mujeres de la vida alegre; y no me refiero a nada indebido, sin duda alguna estoy hablando de las mujeres más inocentes que existen: monjas, enfermeras, maestras de guardería y porristas adolescentes (menores de edad).

Pero por sobre todo lo que un cumpleaños necesita para ser cumpleaños es el equivalente moderno de la antigua llamada de los tíos y los primos y los abuelos y los amigos; hoy en día cumpleaños que se respete es cumpleaños con felicitación en Facebook. Facebook es la materialización de los buenos sentimientos de nuestros allegados. Un verdadero amigo nos felicita en el muro, un familiar nos felicita en el muro, un conocido y un desconocido, nuestro comisionista de bolsa, Phil de mercadotecnia, los testigos de Jehova y nuestros peores enemigos, todos aquellos que nos aprecian dejarán un vacio y superficial mensaje en Facebook; porque lo importante no es el regalo, lo importante no es invertir tiempo con el festejado, lo importante no es construir una calidad amistad, lo único importante es un estúpido T.Q.M.

Dejar un insignificante mensaje de cumpleaños en Facebook es minúsculamente hijueputica a la potenciecita más chiquitina que hay: la batería de un carrito eléctrico.

viernes, 1 de abril de 2011

¡Altamente! bonito.

¡Ahhhh! Tecnología: ¿Qué haríamos sin ella? No podemos vivir sin ella, tampoco podemos mantenernos a la par con sus efímeros avances. Ahora Phil nos ofrece súper-modernos aparatos electrónicos que incluyen millones de funciones, capacidad casi ilimitada de almacenaje, baterías de larga duración que llegan a competir con los conejitos de Duracell, pantallas táctiles, diseños delgados y conectividad a toda hora y en todo lugar. No termina ahí, además nos dan opciones de compra por internet, planes de financiación en cómodas cuotas de US $1 dólar por 600 meses (55 años pagando un celular), entrega en la puerta de nuestra casa (la de nuestros padres, como buenos mantenidos que somos)… Todo se resume en una palabra: funcionalidad.

Funcionalidad, necesitamos funcionalidad; eso sería si fuéramos científicos de la NASA sin ocupación, pero no es así. ¡Phil se equivoca! Lo que somos es personas banales que no se preocupan más que por causar envidia en nuestros seres queridos, pero envidia de la mala, que se les retuerza el pescuezo del coraje. Teniendo esto presente nos concentramos en lo que es verdaderamente importante: que sea bonito. Si no es bonito olvídenlo, es una pérdida de recursos.

Jamás miramos la funcionalidad, y el que lo haga está ocultando su homosexualismo latente. Por el contrario, lo que siempre hemos querido son diseños bonitos y llamativos. Es por eso que me niego a ser uno de los 75 millones de usuarios de Blackberry que hoy invaden el mundo, son horribles; en cambio yo, que si quiero ser original y demostrar mi individualidad, me quedo con uno de los 90 millones de iPhones, no porque sean mejores, sino porque son más bonitos.

El Blackberry cuya batería no dura lo suficiente y correos electrónicos que pueden llegar a las dos de la mañana para interrumpir nuestros sueños húmedos son ¡ALTAMENTE! hijueputa.

Los usuarios adictos al Blackberry, especialmente sus molestos pitos y desquiciantes vibradores son ¡ALTAMENTE! hijueputas a la ¡SEGUNDA! potencia.