sábado, 15 de diciembre de 2012

Cantinflear.



Mario Moreno Cantinflas era una persona respetable a la que admiro. Sus personajes tenían una peculiaridad respecto a la forma de comunicarse. Lo que él hacía era emitir mensajes con una enunciación basada en los circunloquios y una fluidez desmedida. Sus competencias lingüísticas de expresión e interacción generaban en los individuos quienes participaban del intercambio oral o escrito, solapado por la mediación de un uso pragmático inconsecuente e incoherente, la pérdida del hilo conductual,  restringiendo el uso natural e imposibilitando los procesos hermenéuticos y neurocognitivos de codificación y decodificación.

Hay cosas que no son analizables: Cantinflas, un solo de guitarra de Jimmy Hendrix, una mujer amamantando en un bus ante los ojos disimulados (no tanto) de los fetichistas, la lluvia inundando las casas de los pobres, el misticismo de Bob Marley, un postre pequeño y hostigante, un buen libro que no terminamos porque está mal escrito. Analizarlas elimina su magia y es ¡ALTAMENTE! hijueputa.

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